“Ayudé a un ginecólogo a operar con una resaca tremenda del pedo del día anterior”

El Gran Wyoming ha presentado su nuevo libro, ‘¡De rodillas, Monzón!’, en el que hace un repaso por su infancia y adolescencia y cuenta desde cómo perdió la virginidad hasta la enfermedad mental que padeció su madre durante toda su vida

“Ayudé a un ginecólogo a operar con una resaca tremenda del pedo del día anterior”

El Gran Wyoming ha presentado este lunes 17 de octubre su nuevo libro, titulado ‘¡De rodillas, Monzón!’. En él el afamado presentado relata parte de su vida, la que va desde la infancia hasta que cumple 18 años. José Miguel Monzón (es su nombre real) ha vuelto a su barrio de siempre, Prosperidad, para compartir con la prensa una agradable comida en la que se ha abierto en canal.



En 350 páginas Wyoming resume 18 años de su vida, que contextualiza en una España franquista cargada de normas y represión. “Soy un testigo frío y distante de la realidad porque nunca he estado empleado. Así he podido analizar la realidad a la perfección”, avanza. Sus recuerdos comienzan en un pequeño pueblo de Castilla, de donde eran naturales sus padres, en el que se mantenían el yugo y las flechas a la entrada y la lista de ‘caídos por Dios y por España’ en las paredes de las iglesias. “Estábamos desprotegidos, éramos felices”, asegura.



En el madrileño barrio de Prosperidad, donde su familia regentaba una farmacia, vivió junto a sus padres y sus tres hermanos (de ellos apenas habla en el libro). “Mi madre pasó una depresión clínica toda su vida. Lo peor es que en ese momento vivíamos en un mundo en el que eso no estaba bien visto y a los niños nos ocultaban la verdad”. Dada la situación, él y sus hermanos crecieron en su ausencia, algo que provoca la confesión del autor: “No creo que la ironía y el humor sean cualidades innatas a mi persona, en realidad soy más bien serio, tiendo a trascender y a obsesionarme”.



Durante la infancia tuvo contacto directo con el Opus Dei y con la falangista OJE: “Si he sobrevivido ha sido porque la capacidad de penetración fue totalmente nula. Tenía un mundo exterior mucho más interesante. Un niño que se ha criado entre curas, pasando por un club del Opus y el Frente de Juventudes, y ha sobrevivido, no sé si es portador de valores eternos, pero sí de un sistema inmunitario que le convierte en casi inmortal”.



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Perdió la virginidad en Ámsterdam



"Cualquiera que aspirara a una vida que no fuera dictada por el poder se convertía en antifranquista. Yo fui consciente de que mi reino no era de este mundo y que había que buscar una salida. Cogí el tren en busca de la Amsterdam liberal". A esa conclusión llegó al poco de comenzar la carrera de medicina cuando, al entrar en la facultad, le recibió un gran grupo de policías armados con metralletas.



En Ámsterdam perdió la virginidad: "Fuimos a poner la pica en Flandes", relata con humor. "Aquel viaje cambió mi vida y me hizo abrazar ideas que han guiado mis pasos para siempre. Comprobé lo gratificante que era hacer uso de la libertad".



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“Me pusieron Wyoming porque solo sabía tocar en inglés”



El actual presentador de ‘El Intermedio’ cuenta uno de sus grandes secretos. Por qué, si su nombre real es José Miguel, nadie le conoce por el mismo: “Estuve en una tuna de esas que van por la Plaza Mayor atacando a los turistas. Cuando llegué sólo sabía tocar temas de Bob Dylan, Los Beatles y poco más. Me pusieron Wyoming porque solo cantaba en inglés”, cuenta, a la vez que reconoce que, por aquel entonces, no sabía que ese nombre correspondía al de un estado norteamericano.



De la profesión para la que estudió, la de médico, confiesa que nunca la dejó, si no que fue ella la que le dejó a él: “No tenía tiempo para ejercer, tenía cosas mucho mejores que hacer”. Sin embargo, cuenta que sí que llegó a hacerlo, aunque en ocasiones son con demasiado acierto: “Un día ayudé a un ginecólogo a operar con una resaca tremenda del pedo que me cogí el día anterior”.



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La música era su pasión, y gracias al grupo de rock en el que toca “con chavales que son 30 años menores” que él, disfruta de ella cada fin de semana: “Tengo a 80 personas trabajando para mí en ‘El Intermedio’. Ellos hacen el trabajo y yo me llevo el mérito. Gracias a esto me puedo permitir seguir tocando”, asegura.



Admite que escribe esta primera parte de sus memorias (asegura que habrá al menos uno o dos tomos más) por una deuda que tenía con su padre, porque él quería hacer algo similar antes de fallecer. “No lo hago por mis hijos. A ellos todo esto les importa un carajo”, cuenta. Asegura que no se considera un buen padre, porque cree que les ha dejado demasiada libertad y que ahora su casa, en la que vive con ellos (tiene tres) se ha convertido en un piso Erasmus: “La lactancia dura ahora demasiado. Los hijos están demasiado apegados a sus padres”. Wyoming tiene pareja desde hace unos años, una joven de 35 a la que no le hacen demasiada gracia las excesivas visitas de los hijos de su pareja, tal y como relata el protagonista de la historia.