España despliega en los puntos calientes del Mediterráneo

La cuenca del Mediterráneo es un lugar estratégico para las Fuerzas Armadas españolas desplegadas en tres misiones de la OTAN, la ONU y la UE en las que los militares españoles juegan un papel fundamental. El objetivo: "Pacificar el entorno para aumentar la seguridad dentro de nuestras fronteras”

España despliega en los puntos calientes del Mediterráneo

El conflicto sirio, la guerra entre Líbano e Israel y la crisis de refugiados que inunda el Mediterráneo. Tres grandes conflictos que parecen lejanos pero se encuentran a muy poca distancia de nuestras fronteras. Decenas de militares españoles participan en tres misiones bajo la filosofía de “pacificar el entorno para aumentar la seguridad dentro de nuestras fronteras” -en palabras de un oficial de las Fuerzas Armadas que participa en una de estas operaciones.



Estos puntos calientes en los que España está presente son Sicilia (Italia), Incirlik (Turquía) y Marjayoun (Líbano). Tres puntos de la cuenca Mediterránea conectados por apenas unas horas de avión desde Madrid. El recorrido, que realizamos acompañados por oficiales del Estado Mayor de la Defensa, comienza en Madrid.



“Lo que se ve ahí abajo es Menorca. Estamos pasando justo por encima. Desde aquí, seguiremos atravesando el Mediterráneo hasta Sicilia”. El comandante del avión de transporte militar T21 (un C295), Manuel Raposo, explica a todo el que se acerca a la cabina por dónde se mueve la aeronave que surca los cielos del Mediterráneo con paso lento pero firme. 



Primera parada, Sicilia



A solo cinco horas desde Getafe, el avión del Ejército del Aire llega a la base italo-americana de Sigonella, en Sicilia. Allí 38 militares del Ala 49, con base en Palma de Mallorca, se han convertido “en los ojos de águila del Mediterráneo”: rastrean cada palmo de mar en busca de embarcaciones con inmigrantes y de los traficantes que les han llevado a meterse en una “rubber boat” para llegar a Europa por dos o tres mil euros. Forman parte de la Operación Sophia, que tiene como objetivo acabar con las mafias que trafican con personas.



El sargento Gustavo Cano, operador de sensores, muestra con detalle cómo funcionan los monitores del interior del D4 Vigma, un avión de transporte táctico CN235 adaptado para vigilancia marítima y búsqueda y rescate. Su función es no perder detalle de lo que muestran las pantallas. “Los sensores principales del avión son el radar y la cámara. También tenemos un transpondedor de barcos, que nos da una situación de dónde están las embarcaciones”, explica el teniente Diego Cordero, supervisor táctico en operaciones marinas (SOTM), una pieza clave dentro del D4.



El sargento Gustavo Cano y el teniente Diego Cordero, vigilan el radar y la cámara de alta precisión del Vigma D4. | PPC



El sargento Gustavo Cano y el teniente Diego Cordero, vigilan los monitores del radar y la cámara de alta precisión del Vigma D4. | PPC



En cuanto detectan “un contacto”, informan al comandante del avión y le proponen una ruta de vuelo para que los fotógrafos con los que cuenta la tripulación puedan tomar imágenes de la embarcación. Depende de la mar y del tiempo pero es habitual que se encuentren con un “evento SOLAS (Safety of Life at Sea)”, una embarcación con migrantes en peligro de hundirse.



“Si tienen buena visibilidad, se avisa al NFHQ (el cuartel general de la operación, ubicado en el portaaviones italiano Garibaldi) que indica cuál es el medio más adecuado”, explica el teniente Cordero. Si no hay barcos cerca, el D4 dispone de balsas inflables para unas 20 personas que a veces tienen que usar porque no hay barcos cerca.



Uno de esos barcos es la fragata Navarra, un buque de guerra de la Armada española convertido en un centro de rescate y cuyos marinos hacen las veces de rescatadores. En el puerto de Catania (Sicilia), a apenas media hora de la base de Sigonella, llegan otros barcos que desembarcan decenas migrantes. Allí, la Navarra hace una breve parada de sus recorridos por el Mediterráneo.



Tienen un sistema para identificar, dar atención médica y comida y llevar a puerto a las personas que localizan en el mar. Entre los primeros en llegar hasta las embarcaciones, está el capitán de corbeta Jesús Sánchez Ferragut, el traductor que acude a bordo de una de las lanchas que se aproximan hasta las embarcaciones de migrantes.



Los 'marinos' de la fragata Navarra se convierten en rescatadores de los migrantes que encuentran a la deriva en el Mediterráneo. | PPC



Los 'marinos' de la fragata Navarra se convierten en rescatadores de los migrantes que encuentran a la deriva en el Mediterráneo. | PPC 



Los tranquiliza que alguien les hable en su idioma. “Al principio están todos muy nerviosos, pero poco a poco van cogiendo confianza. Se muestran muy agradecidos”, explica el capitán de corbeta Sánchez. Pero, además del salvamento, tienen una función fundamental: obtener información para conseguir coger a los traficantes de personas. “Les preguntamos de dónde vienen, cómo y a quién han pagado su viaje, si conocen a los traficantes… Hay de todo. La última entrevista que hice fue a un chaval de 13 años. Venía solo desde Sudán. Dejó allí a su familia que le dio el dinero”, relata el marino.



En su última misión, este mismo fin de semana, la Navarra ha rescatado a 131 personas, aunque el buque tienen capacidad para unas 1.000 personas. La UE estima que con la Operación Sophia se han conseguido salvar 40.000 vidas. 



Segunda parada, Turquía



A cinco horas de vuelo en el T21 del drama de los refugiados, está Incirlik, una base militar en Turquía. Allí, otro contingente español vigila de cerca la guerra de Siria. Se trata de un grupo de militares del Mando de Artillería Antiaérea 81 de Marines, Valencia. Están a cargo de una batería de Patriot, misiles tierra-aire, preparados para interceptar cualquier ataque a la ciudad turca de Adana, muy próxima a la frontera con Siria.



Parte del equipo del capitán Aláez, durante una revisión de uno de los cargadores de la batería Patriot. | PPC



Parte del equipo del capitán Aláez, durante una revisión de uno de los cargadores de la batería Patriot. | PPC



En total, hay unos 150 militares españoles que llevan a cabo una misión de la OTAN. “Tenemos tres cargadores de misiles en funcionamiento y uno en revisión. Cada uno de ellos cuenta con cuatro misiles preparados para lanzarse”, explica el capitán Aláez, al mando de la batería. El sistema es capaz de detectar la trayectoria de los misiles que podrían impactar en el radio de acción, que se extiende unos 25 kilómetros, y derribarlos. 



Tercera parada, Líbano



El recorrido de Turquía a Líbano se hace corto. A unos 550 kilómetros de Adana, España tiene uno desplegado uno de sus contingentes más amplios en misiones en el exterior. Se trata de la Operación Libre Hidalgo, que forma parte de UNIFIL, la misión de la ONU en el Líbano, en la que España participa desde hace 10 años.



Unos 450 militares españoles de la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra desplegaron este verano en el llamado “Sector Este”, una zona de conflicto territorial entre Líbano e Israel. “La principal misión que tiene el contingente español es la vigilancia de la ‘blue line’, una línea de verificación entre los dos países”, explica el general de brigada de la BRIPAC Alfredo Pérez de Aguado, a cargo de la operación de la ONU en esta zona.



Una de las torres de vigilancia del punto 4.28, donde militares españoles vigilan la 'blue line'. | PPC



Una de las torres de vigilancia del punto 4.28, donde militares españoles vigilan la 'blue line';. | PPC



La misión de España es de intermediación en el conflicto, aunque también se da soporte a las Fuerzas Armadas de Líbano. Hay 24 posiciones a lo largo de la ‘blue line’ en las que las fuerzas españolas, con el apoyo de contingentes de la India, Indonesia y Nepal, vigilan posibles incursiones de la malentendida frontera. En una de esas posiciones, la 4.28, falleció el cabo Francisco Javier Soria en un ataque de Israel a posiciones libanesas. 



Pero los militares españoles llevan a esta zona de Líbano algo más. Las llamadas actividades CIMIC, que dirige el comandante Ignacio Felgueroso. “La gente está muy contenta con los españoles aquí”, explica la periodista Ronith Daher, también vicelcaldesa de una población cercana a Marjayoun, donde se ubica la base española.



Desde allí, se organizan una serie de actuaciones que van desde la construcción de carreteras, a clases para niños e, incluso, enseñanza del español. Ronith Daher es una de las personas que ha aprendido español de manos de los militares españoles que se organizan para impartir las clases.