María Teresa tira la comida y Terelu compra ropa interior en el mercadillo

En esta segunda entrega la presentadora de ‘Qué tiempo tan feliz’ dejó claro que a ella no se le puede tachar de tacaña porque es “capaz de pedir algo y pagarlo a sabiendas que no me lo voy a comer”

María Teresa tira la comida y Terelu compra ropa interior en el mercadillo

El ‘docu-reality’ de las Campos ha llegado a su fin. En la noche de este jueves se ha emitido la segunda y última entrega de esta oda a María Teresa y Terelu Campos, donde ambas han vuelto a enseñar parte de ese supuesto día a día al que los espectadores, hasta ahora, no podían acceder.

Lo más señalado de esta secuela ha sido la visita de Terelu al típico mercadillo de ropa, donde interactuó de forma distendida con las distintas señoras que la reconocían por las calles del recinto. “Estoy chorreando de sudor, qué calor”, se lamentaba la presentadora. Entre quejas varias, la malagueña se negó a dar dos besos a algunas personas para no mancharlas de sudor, además de reconocer que, aunque no le molesta, sí que le resulta pesado saludar a sus ‘fans’ fuera del ambiente laboral.

Terelu se paró en varios puestos, donde adquirió alguna que otra prenda. En uno, después de regatear, se gastó 120 euros, entre distintas blusas, vestidos y bolsos. Pero la escena más pintoresca sin duda tuvo lugar en otro en el que vendían ropa interior, donde adquirió dos ‘bragas’ por cinco euros. “Las quiero grandes para que no se me marquen”, avisó. Así que se las acabó comprando de la talla L y en color carne.

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Mientras, su madre salió a comer en compañía de su pareja, Edmundo Arrocet, después de ser fotografiados en la calle por varios paparazzis. En el restaurante, después de debatir si es mejor la carne o el pescado (Bigote no come ni pescado ni marisco), Arrocet optó por pedir un ‘steack tartar’, mientras la periodista optó por unas coquinas y una lubina. Previamente ya advirtió que era imposible que ella se comiera todo eso, pero aun así se justificó: “Yo soy capaz de pedirme algo y pagarlo a sabiendas que no me lo voy a comer”. Después aseguraba que “lo peor es que puedan pensar que somos rácanos". Un espectáculo bastante bochornoso, donde la profesional demostró que le importa bien poco que la comida se tuviera que tirar.

El tema del peso de Terelu, excesivamente recurrente en la anterior entrega, volvió a salir a la luz varias veces, sobre todo cuando le apeteció comerse una porra: “Ya ni me acordaba a lo que sabía”, aseguró.