"En el País Vasco ya nadie quiere hablar de bombas y de pistolas"

Recordado todavía por los ocho años que estuvo en 'El Comisario', el actor interpreta a uno de los dos guardias civiles protagonistas de 'El padre de Caín', la miniserie de dos capítulos que emite martes y miércoles Telecinco

"En el País Vasco ya nadie quiere hablar de bombas y de pistolas"

-¿Cómo fue la experiencia de 'El padre de Caín'?

-Fue como muy potente porque yo nací en Pamplona, me crié en Logroño y allí arriba todos crecimos con aquella triste historia y es una cosa que desde pequeño siempre la llevas encima y le podría decir que aquello me sirvió para encontrar cosas para el personaje. Pero lo que más me gustó fue el personaje en sí, que es eso de los que te toca una vez en la vida. Encima he trabajado con Quim Gutiérrez, que no le conocía y es un chaval extraordinario y una actor como la copa de un pino, y con Salva Calvo, uno de los mejores directores con los que he trabajado jamás. 

-¿Cómo definiría a ese sargento Delgado con el que creo que por primera vez ha dado vida a un guardia civil?

-Sí, de policía nacional hice ocho años en 'El Comisario', pero este cuerpo no lo había tratado. Digamos que Delgado era el prototipo de guardia civil que sobrevivía, que llevaba un tiempo allí, totalmente víctima de lo que ocurría en el norte, con una familia totalmente destrozada. Es uno de los personajes que vivía en Intxaurrondo y la realidad era muy parecida a lo que cuenta la serie.

-¿Estaba realmente pagado el ser guardia civil allí en aquella época?

-En aquella época los guardias civiles, por lo que yo se, aguantaban allí dos años y luego les dejaban en otro sitio pero no tengo claro hasta qué punto eso valía la pena, porque no me imagino el horror que era vivir allí ya que eran pueblos enteros los que recibían a pedradas a la Guardia Civil. 

-Usted por entonces tenía unos trece años. ¿Realmente recuerda algo de aquella época? 

-Bueno, tenía familia en Bilbao, en Pamplona, muchos amigos en San Sebastián y Rentería y es algo con lo que creces. En Logroño pusieron una bomba muy cerca de mi casa y es una cosa que no olvidas. No se hablará con la misma cercanía en otras zonas. Te acostumbras porque ves los telediarios y sobre todo escuchas a tu familia contar las cosas.

-¿Revivir aquello ahora, en tiempos de paz, es necesario o perjudicial?

-Pienso que un pueblo que pierde la memoria es un pueblo condenado a la manipulación. Hay que tocar todos los temas pero con el mayor rigor posible. Esta serie es una historia de amor sobre todo, y el entorno son los años de terrorismo de ETA, y la realidad que se cuenta se adecua bastante a lo que sucedió en aquella época, sobre todo porque no se toma partido por ninguno de los dos bandos, se limita a mostrar lo que era aquello. Es bueno que un pueblo recuerde las cosas malas de su pasado para que nunca se vuelvan a repetir.

-¿Entonces, no se podrá sentir nadie molesto con la serie?

-Cuando en la ETB estaban los chicos de Vaya Semanita yo me acuerdo que tuvieron unos huevos enormes, porque ponían en un sketch a un abertzale y a un ertzaina en la misma casa y familia. En Euskadi se pasó ese listón y se empezó a valorar que el tema del terrorismo se podía tratar y ya es hora que en España hagamos lo mismo, con respeto y teniendo claro lo que pasó.

-Como conocedor de la zona, ¿se vive ahora allí arriba ya tranquilo?

-Evidentemente, se vive infinitamente más tranquilo. De toda esa lucha ya nadie quiere hablar de bombas y de pistolas en el Norte, allí ahora puedes ir tranquilamente a tomar vinos en la parte vieja de San Sebastián sin temor a que por la tarde hubiera hostias en el bulevard, como ocurría entonces.

-¿Le gustó más revivir esa época o la de 'Víctor Ros', en cuya serie le vimos haciendo de marqués la semana pasada?

-No son las épocas, son los personajes lo que gustan a un actor. A mí me divierte muchísimo tanto hacer un personaje de época como el del sargento. Es un personaje el que seduce al actor. 

-¿Y es difícil encontrar hoy en día personajes?

-Mas que eso es difícil encontrar trabajo. La sociedad que gestiona nuestros derechos hizo un informe sobre el estado de los actores del país y era demoledor, el 50% no han trabajado en los últimos diez años y solo el 8% pueden decir que viven de esto. 

-¿Es difícil incluso para un 'chico Almodóvar' como usted?

-Yo no lo soy. Almodóvar me llamó para una prueba para 'Todo sobre mi madre' y al final hice un cameo y encantado de la vida. Me lo pagó de puta madre se lo agradecí en el alma y nada más. 

-¿Entonces sigue siendo el papel de 'El comisario' el más gratificante de su carrera?

-Fue el que realmente me dio a conocer al gran público y el que me granjeó su cariño. No es solo importante que gustes como actor, si no si te cogen cariño, que es más gratificante. Esos ocho años metiéndonos en el salón de miles de personas era algo fantástico y una gozada. La gente todavía se acuerda y me saludan por la calle, me parece increíble porque terminó en 2008

-Comparado con aquella época, ¿realmente se hace mejor ficción ahora en España?

-Pienso que se hace lo que hay en el momento. Entonces lo que se llevaba eran temas muy patrios, comedias muy españolas, luego cuando el filón se agotó empezamos con la época, pero poco a poco empezamos a tirar barreras y dentro de poco, si Dios quiere, dejaremos cosas tan basadas en lo español. La ficción está viviendo un fantástico momento creativo y es hora de tirar para arriba. El talento en España es equiparable, por ejemplo, al de los británicos.